Arrancamos desde el puerto de Barcelona donde habremos recogido nuestro barco de alquiler. Velero, yate o catamarán, esa decisión la dejamos en tus manos, eso sí, no puedes partir de la ciudad sin haber visitado algunas de sus zonas más representativas. Un paseo por la Rambla y dejarte caer por el Palau Moja, el popular Mercado de la Boqueria y el emblemático Liceu, te servirá para tomarle el pulso a la ciudad.

La primera parada que te proponemos en Menorca te dejará sin respiración. Se trata de la cala Algaiarens, una playa ubicada en el norte de la isla, de aspecto puramente salvaje y de las mejores conservadas de la isla. El norte de Menorca tiene una orografía más agreste en comparación con la del sur, pero precisamente por esto, sus playas están menos concurridas por turistas y son los menorquines quienes más las frecuentan. Aunque debes tener en cuenta que Menorca ha sabido tomar el control y no existen masificaciones.

Seguiremos rumbo al este hasta llegar a Sanitja, un pequeño puerto natural de calado poco profundo que se encuentra en el cabo de Cavalleria y desde el que avistaremos su legendario faro –por cierto, aquí se contemplan unos atardeceres inolvidables-. No es raro encontrarse en él pequeñas barquitas de madera amarradas que le otorgan un encanto especial. Las vistas desde el barco son espectaculares por los majestuosos acantilados que bordean el cabo, así que no dudéis en disfrutar del paisaje porque es verdaderamente maravilloso.

La isla de Colom será nuestra siguiente parada. Este islote es el mayor de los que rodean la costa menorquina y que, con una extensión de casi 59 hectáreas, cuenta con únicamente dos construcciones: una caseta de madera y una vivienda del siglo XVIII.  Sus playas son completamente vírgenes e invitan a un delicioso baño en cada una de ellas y practicar el buceo, ya que sus fondos marinos albergan unas riquísimas praderas de posidonia y sus aguas cristalinas permiten observar a la variada fauna  que la habita.

Y de la absoluta tranquilidad de Colom a la actividad de Mahón, capital de la isla. Sumergirse en sus costumbres y disfrutar de la zona del puerto es uno de los mejores planes. No puedes perderte la Fortaleza de la Mola, en la misma bocana del puerto, tomarte un café en los alrededores del Mercado del Claustro, o callejear por la zona comercial donde encontrarás pequeñas tiendas con artesanía local en las que no podrás evitar comprar algún detalle.

La cala Macarella es una de las joyas de Menorca. Sus aguas de un azul intenso y arenales son de postal, de hecho hay quien asegura que es la cala más bonita de la isla, además la extensa zona de pinos que la rodea la hace especialmente acogedora. Bañarse en Macarella es una experiencia diferente porque es lo más parecido a estar en el paraíso. Fondear en sus aguas y recrearse en sus colores desde la cubierta del barco mientras degustas un mojito, es otra cosa.

Ciutadella es la segunda ciudad de Menorca por envergadura. Si amarramos el barco de alquiler en el puerto de la ciudad podremos visitar los alrededores donde encontraremos una gran variedad de oferta de locales gastronómicos en los que disfrutar de la deliciosa comida menorquina (la caldereta de langosta es todo un manjar) o tomar una copa. Callejear por la ciudad es otro de los grandes atractivos de Ciutadella: ver las fachadas de piedra, las calzadas de adoquines y la slow life que invade el ambiente hará que no quieras irte nunca.

El último salto de nuestro itinerario por Barcelona y Menorca nos lleva de la calma a la vida frenética de la ciudad. Tras dejar el barco que nos ha acompañado durante toda la ruta, podemos aprovechar para seguir conociendo algunos de los rincones más interesantes de la capital: el barrio del Born, el Gótico, la casa Batlló… ¿Podrás elegir solo uno?